La historia de Le Petit Trianon surge como un palacete neoclásico, creado en el siglo XVIII a petición de Luis XV, para la Madame de Pompadour. En principio fue creado para albergar un
zoológico, un jardín, una escuela botánica y un invernadero. Otra
grandiosidad real, que giraba bajo el concepto de la naturaleza.
María Antonieta era joven y tan poco acostumbrada al rígido protocolo tan propio de la corte francesa, añoraba la vida, los hobbies y las actividades lúdicas de su añorada Austria. Por ello, su marido Luís XVI, decide remodelar el Petit Trianon, crear un espacio aislado dentro de la rigidez de Versalles, un lugar para Maria Antonieta y su séquito.
Sin embargo, no era suficiente y durante el año 1783, María Antonieta encarga su aldea, procede a amueblar la Aldea con un gusto refinado. Allí la reina austriaca se sentía mejor. Organizaba
sus fiestas, invitaba a sus amigos, paseaba por los hermosos jardines y,
poco a poco, fue construyendo lo más parecido a su hogar.
Entre 1783 y 1787, la Aldea se realizó pues con el estilo de un
auténtico pueblo normando, formado por un conjunto de once casas
distribuidas en torno al Gran Lago. Durante aquellos años, cuenta la historia que la delfina tras contemplar un cuadro se enamoró de él. Se trataba de la
representación de Hubert Robert de una granja del País de Caux, una región de Normandía.
Así que mandó construir una aldea exactamente igual a la del cuadro. La Aldea tenía un pequeño pueblo (un conjunto de once casas, distribuidas en torno al Gran Lago, donde cada casa contaba con su propio jardín) y acogía una granja con una pequeña manada de ocho vacas y un toro, diez cabras e incluso
palomas, además se construyo una
Casa de la Reina y un Molino.
En la actualidad, Le Petit Trianon es visitable al igual que todo el complejo arquitectónico de Versalles. Además, una asociación que cuida este patrimonio ha abierto determinados
días la granja con vacas, terneros y conejos a los niños, con cursos,
talleres, etc.
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